Ahora que empieza el verano, pasaréis mucho tiempo juntos. Es un buen momento para intentar evaluar si el uso que tu familia hace de su Smartphone es el correcto, o si por el contrario los menores de la casa están adquiriendo hábitos poco saludables. Además de los 9 Tips para el uso responsable que preparamos en el post anterior, también vamos a hablar de qué tipos de conductas son las que deben llamar más nuestra atención a la hora de evaluar una posible «adicción» al móvil.
El verano es de los mejores momentos para conocer a tus hijos.
Uno de los factores a tener en mente antes de hacernos este tipo de planteamientos es la edad de la persona que estamos tratando de evaluar. No es lo mismo la niñez, donde te mueves casi por instintos, que la adolescencia. Sin duda una de las etapas más inestables, donde de sufren muchos cambios emocionales, entra en juego el desarrollo de la identidad, empieza a tomar partido el distanciamiento con los padres y, sobre todo, es un momento en el que los hábitos adquiridos se vuelven cada vez más inflexibles y difíciles de modificar.
En definitiva, se trata de un período con fuertes necesidades de vínculos sociales, encontrando su vía de respuesta más cercana en el teléfono: lo fueron el teléfono fijo y el Messenger y ahora lo son el Smartphone, sus Redes Sociales y los juegos de bolsillo. La mayor diferencia que tienen estos elementos es, precisamente, la todopoderosa omnipresencia de los móviles. Al final es algo natural del dispositivo, siempre está a mano, pero debemos evitar que eso se convierta en una excusa para sustituir partes de nosotros.
Lo fueron el teléfono fijo y el Messenger y ahora lo son el Smartphone y sus Redes Sociales y los juegos de bolsillo.
Es por ello que, como punto de partida antes de caer en la preocupación, debemos analizar si hemos observado modificaciones drásticas en sus hábitos. Como apunta Manuel Armayones, autor de ‘El efecto smartphone’, conectarse con sentido, «se hace un mal uso del móvil cuando causa problemas a la persona, perjudica su relación de familia o su sueño, o los buenos resultados académicos.”
Al mismo tiempo que examinamos si nuestros hijos están sustituyendo hábitos por estar con su teléfono, también es muy importante observar si percibimos que se muestran notablemente menos receptivos. Según Turkle «se ha demostrado que, si dos personas quedan y hay un teléfono en la mesa, la charla gira en torno a temas menos importantes, y esas personas sienten menor conexión entre sí». Al final es normal, pura distracción. Sin embargo, si esta práctica se empieza a tomar como costumbre, puede desembocar en una pérdida de habilidades sociales y espontaneidad.
Factores clave: si modifican hábitos por estar con su móvil y si se muestran apáticos.
Por supuesto no es sencillo y hay muchos factores que intervienen en cada caso concreto. No obstante, igual que trabajamos en la concienciación sobre el uso responsable de los Smartphone, también consideramos que es necesario transmitir un poco de calma. Al final vale más utilizar el sentido común e interesarte por conocerles y actuar de vigía, que plantear un panorama oscuro sobre los móviles, que nos impida tratar a estos objetos como instrumentos aventajados y no cacharros terroríficos y adictivos.
Lo más importante para que no tengamos que preocuparnos por si se les va a poner “cara de móvil”: educarles en la gestión del autocontrol, acompañarles en el proceso para que se mantengan seguros en la red y enseñarles que siempre hay algo posible para hacer al margen de una pantalla táctil.
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